jueves, 6 de enero de 2011

::: Hotel Costes :::

Sería muy egoísta de mi parte si no contara las historias de Eva Quien.

Aunque mi entrada de hoy no es para hablar de ella, podría tratar de definirla, o de describirla, pero sería inútil, ella sí es un completo misterio.

Para que ustedes conozcan a Eva Quien, prefiero que conozcan sus vivencias y que así puedan sacar sus propias conclusiones. Insisto... esta entrada no es de ella.

Más bien hablaré de nuestro bar favorito, el de Eva y el mío. Hablemos de Hotel Costes.

Costes es todo eso que constantemente repito, el exceso de Paris, opulencia y exhageración. Es sobrecargado y con mucha mística, es un lugar mágico.


Es buena música y un Hotel-boutique, otro antrico de los míos.


Fría noche en Paris, y Eva decidió ponerse un minivestido sí... la muy exhibicionista parece que no sufre de frío.

Es que la entendí luego de que llegamos, el parquero, el portero, el bartender, el mesero, el anfitrión, todos ellos de lo más apetecibles, la ciudad esta repleta de hombres bellos y más atrás parisinas mestizas divinas, de todos colores y sabores. Que linda es la gente en Paris de noche.

Yo venía un poco cansada del viaje, y sinceramente prefería dormir, pero ella y sus malos hábitos me invitaron a otra noche que contar.



Su carcajada, su trago, yo entendía porque todos la miraban, ella era sublime. Tiene unas formas de cautivar a la audiencia que sólo ella domina.

Y Eva me dijo: toma, y tomé. Entonces, Hotel Costes me erizó la piel, su pared de terciopelo rojo se pegó a mi cuerpo y todavía hoy me acompaña.

La música me indujo a un eterno trance que me obliga a volver, y ahora, como se volvió parte de mí, ese antro, Eva, Paris y yo tal vez somos la misma cosa.

Lo de arriba es ciencia ficción... o no.





En París todo el mundo quiere ser actor, nadie quiere ser espectador.
Jean Cocteau

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