domingo, 31 de julio de 2011

209 Cartas sin enviar. Carta 36.

No es fácil caminar sin tropezar cuando se tiene la luz apagada.
confiar me trajo hasta tí con los ojos cerrados.

Cuando te encontré, con una gruesa venda, como inmóvil, petrificado.
Te susurré: En esta fiesta oscura todos tenemos miedo, pero así es el juego.
Sostén mi mano, yo no sé nada y no tengo menos miedo que tú,
Pero tengo el deseo y me es suficiente.

Pero cuando el mar se trague el sol, guardaré para ti el último destello de la tarde,
Aquí lo tendré cautivo en mi bolsillo y te lo daré en el momento más oscuro.
Cuando abras los ojos y las pupilas te duelan,
prometo despejar las nubes de la noche con mi mano, entonces verás las estrellas eternas que siempre estuvieron ahí aún cuando la luz estaba apagada, tendrás nostalgia, querrás volver a casa.
Como yo no sé volar tendré que sostener tu mano para que me lleves contigo.
Sospecho que tampoco recuerdas como volar pero ya tienes lo más importante, el deseo.


... No sólo debe ser una llama, sino una luz.
Henry Thoreau

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