jueves, 16 de junio de 2011

::: El palacio de Gaviria - El amigo de Eva y la spade :::


Suelo tener prejuicios muy acertados.


Después de 15 mins. La gente confirma mi sospecha del breve psicoanálisis que me llevo un minuto luego de estrechar su mano la primera vez. A veces me equivoco.

Una más joven e inocente versión de mí, pasaba otra noche en Madrid, mi cuerpo temblaba de frío y mientras veía la nube que salía de mi boca, en frente apareciste tú, Eva te presentó en frente del Palacio de Gaviria. Al oído ella me dijo: “es tímido”.



Casi no te oía, la música anulaba tu voz, y a cambio me regalaba el movimiento coreográfico de tu caracajada. Una rubia de los países bajos lo tomó de la mano y se lo llevó a lo desconocido.

Mi prejuicio ya me había dicho que eras del tipo inconveniente, tú lo comprobaste 5 mins. Luego.

Te traje un regalo dijiste, un caramelo, no me lo os podéis rechazar. SPADE.



4 pupilas se veían frente a frente, y sentía el bajo en los tobillos, había de todo mezclado, especialmente euforia e hipersensibilidad, gracias te dije.

Una inmensa laguna mental me impide recordar que pasó luego.

3 días luego nos topamos en el museo del Prado. Tus pupilas otra vez (tengo nauseas otra vez)-
Me dijiste: nos encontramos por el destino, a lo que respondí: Yo no creo en el destino, ni en la suerte, no existen, creo en la teoría del caos, en la causa y en el efecto.

Tu respuesta: Algo hiciste para toparnos. Y yo te dije: el futuro es como un abanico, y cada microsegundo yo tomo una decisión que puede o no moverme de carril.

Tu pregunta: ¿Cómo? -- Que hay una versión de mí que nunca se topó contigo y está en otra realidad.

Y ahorita hay una versión de mí que cambia de carril con cuatro palabras: chao – no - me – caes
.

La firme decisión demuestra que la fortuna no tiene ningún poder sobre ella.
Maquiavelo

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