Ayer, entre todos los
comentarios que pude hacer me siento particularmente orgullosa del siguiente:
“Sí Venezuela fuera uno de los cochinitos sería el cochinito que hizo la casa
de paja”, haciendo referencia a la fábula de Los 3 Cochinitos, claro está.
La colonización española dejó
graves secuelas en la psique de los venezolanos, y el hallazgo de petróleo no
colaboró tanto en quitarnos el legado de ser tan sólo una capitanía del
imperio, de cualquier imperio que quisiera venir a meter la mano.
Siento admiración por todo aquel
que tiene cojones para convertirse en una leyenda, porque eso es para mí Hugo
Chávez, bueno o malo, este señor llegó a cambiar la historia y de todo corazón
espero que así sea. Su misión está lista y espero que su alma descanse.
Como siempre lo digo, los países
tienen su ciclo de vida, Venezuela pasó de ser una niña abusada sexualmente a
una pre-adolescente con la menarquía, una menstruación roja rojita como la
revolución, cabe acotar, con todo el respeto, que para mí el fallecido ha sido
sólo una dolorosa pubertad.
Esta revolución despertó el
corazón de muchas personas honestas que aman a su país y están dispuestas a
luchar por él, sí… hay chavistas honestos con ganas de trabajar con verdadero compromiso y eso se lo debemos al
difunto.
Siento una profunda decepción por la
intensidad emocional que se vive de cada lado, chavistas y opositores. Un país
no se construye con pasiones, ni comprando el Iphone 5, ni la última moto BERA.
Un país se construye con trabajo y estrategia, con disciplina, con ética… porque
eso sí, tanta corrupción da pena, y hablo de todos los niveles de la sociedad.
Nos queda mucho por construir
venezolanos, esto apenas comienza. Con suerte algún día Venezuela dejará de ser
un país adolescente que deje de depender de sus papás putativos. Y los dejo
porque debo ir a TRABAJAR.
"Ya no es
época de libraciones políticas. Los pueblos son dueños de sus destinos. Pero sí
tenemos que hacer mucho en el campo económico, para lograr nuestra soberanía en
ese campo"
Marcos Pérez
Jiménez.
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