Tengo recuerdos muy nítidos de mi infancia, y hasta podría decir que casi desde que tengo uso de razón siempre busco las estrellas como garantizándome de que sigo viva en el mismo planeta.
Habían 3 estrellas que con un poco de ansiedad siempre buscaba, tardaba unos 10 segundos en encontrarlas y luego respiraba con calma, confiada de que todavía estaban ahí, nadie se las había llevado.
Cuando era pequeña, algunos 7 años y medio, mi prima y yo, que somos de la misma edad, teníamos el típico pasatiempo de contar estrellas, ese y el de la que encontrara un carro amarillo primero ganaba.
Mi tía que siempre nos veía jugar siempre nos decía… niñas no cuenten estrellas o les van a salir lunares, algo de cierto debe tener su regaño porque estoy minada de lunares.
Tengo 3 muy especiales, a la altura del cuello del lado derecho. Abdul los tiene igual pero del lado izquierdo, a lo mejor de niño también contó estrellas, y me recuerda “él también fue un niño”.
Ahora después de tanto tiempo sigo con mi mismo juego porque “OLD HABITS DIE HARD”, y es uno de los hábitos que me acompañará hasta el final de mis días.
En las mañanas cuando me estoy cepillando, ya no busco en el cielo las 3 estrellas, yo me miro al espejo, ahí sigue la misma niña, y veo en mi cuello mis 3 lunares para garantizarme de que sigo viva y todavía no me mudo a otro planeta.
... Todas las personas mayores fueron al principio niños.
El Principito.
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